de MACEIÓ a ARACAJÚ

Gabriel Hakel

Un recorrido por carretera entre dos capitales estatales en el Nordeste del Brasil.

Maceió (Alagoas)

Maceió se ha convertido en una gran ciudad brasilera, con sus partes pobres y sus partes ricas, bien diferenciadas. A 30 kilómetros al norte de la ciudad, está la playa de Ipioca, una de las pocas casi completamente sin polución y que es perfecta para bañarse. Como en todo el Nordeste de Brasil, la diferencia entre las mareas es grande y generalmente después del mediodía, el mar comienza a subir con rapidez. Allí todavía hay pescadores, que aparte de salir al mar en sus pequeños botes de vela, tienen armados una serie de cercos de madera con redes enganchadas, en las que atrapan cangrejos y peces, con los cambios que se producen en el nivel del mar. A 40 kilómetros al sur de Maceió y pasando por una hacienda de cocoteros, se llega a la playa de Gunga. La ruta costera sigue a Coruripe, hasta la desembocadura del Río San Francisco, que separa a los estados de Alagoas y de Sergipe.

Penedo (Alagoas)

Está situada sobre el Rio San Francisco, a unos 25 kilómetros su desembocadura en el Atlántico. Por este río, en la época colonial, se sacaban las riquezas del interior del Brasil. Penedo es una ciudad mediana, de unos 65.000 habitantes y que tuvo gran importancia en los tiempos del Imperio del Brasil (hasta 1889), pero que después quedó relegada, ya que las rutas principales que se trazaron y también el ferrocarril, se proyectaron bastante mas al norte, por lo que su importancia, quedó estancada; tanto es así, que aún hoy, se cruza el río con balsas. La ciudad tiene varias antiguas residencias de las familias de los terratenientes de la zona, algunas en muy buen estado de conservación. Además hay un área histórica sobre la barranca que da hacia el río, con construcciones coloniales, muchas iglesias barrocas y calles empedradas con una sucesión de casas (algunas con frentes de 4 metros), que forman un pintoresco conjunto urbano.

Aracajú y Sao Cristovao (Sergipe)

Hace unos 40 años, Aracajú era un lugar muy especial en Brasil, donde daban ganas, de eventualmente quedarse a vivir. Hoy en día, se ha convertido «en una ciudad más» del Brasil, con sus edificios monótonos, sus shoppings y su costa totamente bloqueada por el desarrollo turístico e inmobiliario. La playa es amplia, pero no es apta para bañarse por la polución del mar. Esto ocurre en muchas ciudades brasileras. Desde hace dos años están restaurando el área central de la ciudad, en la zona donde está la sede de gobierno estatal. A pocos kilómetros al sur de Aracajú, está la pequeña ciudad de Sao Cristovao, que fue capital del estado hasta fin del siglo XIX, que es un lugar, que vale la pena conocer. No es sencillo encontrar el acceso al camino rural que conduce hasta Sao Cristovao, pero una vez allí, vale la pena recorrer su área histórica, con espacios urbanos muy armoniosos.