en REUNIÓN

Gabriel Hakel

Un viaje a una parte de Francia en el Hemisferio Sur y a una exótica capital africana: Antananarivo.

La Isla de Reunión y la visita a Antananarivo (la capital de Madagascar), fueron escalas que hicimos en un viaje de 2019 a la Isla de Mauritius y a la Isla de Rodrigues, en el Océano Índico. Para nosotros, Mauritius fue bastante previsible. Su costa está preparada para el turismo (incluso de altísimo costo) con buenas playas y varias zonas densamente edificadas. La Isla Rodrigues (que pertenece a la República de Mauritius, a 620 Km de distancia), resultó ser menos atractiva de lo esperado. Quizás lo mas interesante haya sido llegar a ese punto tan lejano, en medio del Océano Índico.
Lo mejor del viaje resultaron ser las escalas intermedias. La primer escala fue la Isla de Reunión, donde visitamos primero Saint Denis (su capital) y luego con un auto hicimos un circuito por la parte central y el Este de la isla, quedándonos cada noche, en un hospedaje distinto.

La Isla de Reunión es parte integral de Francia y por lo tanto pertenece a la Unión Europea, estando a 9400 Km de distancia desde París.
La mayor atracción de la isla son las montañas de hasta 2500 m de altura, con sus verdes valles con cascadas de agua y vegetación tropical. Además, hay un sector importante de volcanes en plena actividad, con campos de lava esparcida, que dan una imagen de paisaje lunar. La última gran erupción volcánica fue en el año 2007, cuando la lava incandescente llegó hasta el mar, en la costa Este. Subir manejando desde el nivel del mar hasta los 2500 m de altura al Piton de la Fournaise, bien valen el viaje a la isla. En un momento y en pocos km de recorrido, desaparece la vegetación tropical y comienza la aridez del paisaje volcánico. La costa de la isla es bonita, pero generalmente hay bastante viento y hay advertencias de peligro de ataque de tiburones, si uno se interna a bañarse en el mar.

ANTANANARIVO

Fue una gran experiencia pasar unos pocos días en Antananarivo, la capital de Madagascar. Es un lugar pobrísimo, con una población que (en su mayoría) está subalimentada. El tráfico es absolutamente caótico y se puede estar media hora (real), para avanzar menos de una cuadra, Lo fantástico de la ciudad, es su emplazamiento en un valle rodeado de colinas, totalmente edificadas en los estilos y terminaciones mas diversas. Las edificaciones sobre las colinas son las zonas con la población mas pudiente. Allí el clima es un poco menos agobiante, debido a la brisa, que hace mas soportable las altas temperaturas.
Nos alojamos en medio del centro de la ciudad, en el (nada lujoso, pero muy particular) «Hotel Sakamanga». Apreciamos allí su ingenioso estilo arquitectónico y la fantástica colección de arte popular, que está exhibida en todo el hotel.

Sobre la colina más alta de la ciudad está el antiguo palacio de los reyes de Madagascar, que la dinastía reinante encargó a constructores europeos alrededor de 1840. Esta dinastía gobernó la enorme isla desde 1610 hasta 1895, siendo Ranavalona I la reina mas famosa, debido a su extremada crueldad. Los Franceses comenzaron con la colonización de la isla en el siglo XVIII celebrando tratados comerciales con la casta dominante por unos años y finalmente tomaron el control total de la isla, deponiendo a la dinastía reinante e instalando una administración colonial que duró hasta 1960, en que Madagascar fue independiente. El país tiene hoy uno de los índices mas altos de pobreza e indigencia del mundo y la isla sufre por la deforestación descontrolada.
El complejo del palacio sufrió un incendio en 1995 y todo su interior quedó destruido. Hoy en día permanece cerrado y solo se puede visitar su perímetro y apreciar su emplazamiento sobre la colina que domina la ciudad.