
Gabriel Hakel muestra la casa familiar en el Barrio Histórico de Colonia del Sacramento y reseña las características de ese lugar.



Por su ubicación en la margen izquierda del Rio de la Plata y a 50 km de Buenos Aires, Colonia del Sacramento siempre fue un lugar estratégico desde la época de la conquista europea. Fue fundada en 1680 por Portugal, en un territorio que pertenecía, por dictamen previo del Papa, a España. Esto marca el carácter de su disposición urbana, ya que no sigue los reglamentos de las «Leyes de Indias» del Reino de España, que determinaban que todas las ciudades a fundarse en América, debían tener su disposición urbana en forma de damero. Las poblaciones portuguesas solo se adaptaban a la geografía del lugar, dando valor primordial a su estrategia defensiva. Colonia cambió de manos entre Portugal y España varias veces hasta 1760, en que fue definitivamente incorporada a España. Sufrió ataques de Inglaterra en 1763 y 1807. En 1811 fueron expulsados los españoles por los criollos, que luego de sufrir invasiones de portugueses y brasileros, formaron el Uruguay independiente en 1828.

Pegado al área de urbanización portuguesa del Barrio Histórico, comienza el damero español, desarrollado a partir de fines del siglo XIX. Ambos sectores están sufriendo las consecuencias del descontrol de las autoridades uruguayas, que no intervienen para frenar los abusos de los propietarios particulares, sobre los sectores que deben ser preservados. Esta situación se está agravando y la comisión original que cuidaba de estas cuestiones, se disolvió hace unos años. La UNESCO, que otorgó al Barrio Histórico de Colonia el título de «Patrimonio de la Humanidad», tampoco hace nada efectivo al respecto. Así, el Barrio Histórico se está convirtiendo en una especie de kermesse, con apertura de negocios para turistas, que no cuentan con la habilitación correspondiente. Colonia todavía resiste a esta situación y es hermoso recorrerla en días templados (que no sean fines de semana), cuando hay pocos turistas; para apreciar su arquitectura colonial y poder disfrutar de su emplazamiento inigualable.











Hace 20 años, cuando estábamos en Colonia, esperando el Ferry-Boat, para cruzar a Buenos Aires y antes de embarcarnos con nuestros hijos y nuestro auto, vimos un cartel pintado a mano sobre una madera, apoya en la ventana de una casa, con la inscripción : «se vende» y un número de teléfono. Nos contactamos con el propietario desde Buenos Aires y nos decidimos a comprar la casa. En esa época, la comisión que aprobaba los proyectos de arquitectura estaba encabezada por las personas que habían impulsado originalmente la puesta en valor del Barrio Histórico y el arquitecto a cargo de las aprobaciones, era un prestigioso profesional de Montevideo. Tuve varias entrevistas con esa comisión y estuvimos de acuerdo, que la casa que habíamos adquirido, no tenía valor patrimonial, ya que se trataba de una construcción de 1925 y que además estaba en un muy mal estado. Presentamos nuestro proyecto y en audiencia bastante formal, este fue aprobado de inmediato.

El proyecto contempla una vivienda con tres dormitorios, dos baños, un living-comedor con una cocina parcialmente integrada y al frente, un local para una pequeña galería de arte. La vivienda tiene un patio central, por el cual se accede a una terraza que ocupa toda la superficie de la vivienda. Desde la terraza (y sobre los techos vecinos), se divisa el Río de la Plata, cuya costa está a 50 metros de distancia. Cuando comenzamos la obra de refacción, vimos que el muro del lateral izquierdo del terreno era en realidad un muro de piedra del siglo XVIII, que estaba revocado con distintas capas de material superpuestas. En el límite posterior del terreno había un talud alto con tierra y al cavarlo, apareció otro muro de piedra de la misma época, que contenía el desnivel de 5 metros de altura, que existe entre el fondo del terreno y la plaza posterior al mismo. Ese sector ahora es el jardín de la casa, donde se construyó una pequeña piscina, que hace mas soportables los calurosos días de verano.


























Las imágenes siguientes son del estado que tenía la casa, en la época en que la compramos en 1999. Muestran el frente y el contrafrente con los distintos techos y las construcciones posteriores, donde ahora está el jardín. No había allí ninguna posibilidad de refacción de lo existente, ya que se trataba de una serie de locales adicionados sin ningún plan, por sucesivos propietarios anteriores. Los condicionantes impuestos por la comisión de aprobación de los proyectos fueron varios : había que mantener la ubicación de un patio central; los nuevos núcleos húmedos tenían que coincidir donde se ubicaban los existentes y las nuevas paredes tenían que estar sobre los cimiento originales. Se proyectó entonces una vivienda, que tuviese proporciones coloniales en cuanto al volumen de los ambientes y las medidas de las carpinterías en armonía con el entorno y jerarquizando con un pasillo lateral de acceso, al vecino rancho colonial portugués.


