Un país africano, con un gobierno razonablemente estable y una población musulmana tolerante.
Para ver un destino africano «no turístico», aprovechamos unos días libres entre otros dos lugares y pasamos unos días en Senegal. Hay una zona (en la costa sur del país) que descartamos de visitar, que es exclusivamente para turismo de playa y que tiene su propio aeropuerto para charters. Estuvimos en Dakar, que es la gran capital de Senegal y en Saint Louis, que fue capital de la enorme colonia del África Occidental Francesa hasta 1900. En Senegal se están realizando algunos proyectos de prestigio impulsados por el gobierno, como el nuevo aeropuerto con su tren expreso, una nueva ciudad «modelo», con un su centro de convenciones, etc.; pero la gran mayoría de la población es muy, muy pobre. Tanto es así, que decidí no tomar fotos en las zonas rurales y suburbanas, para no incomodar a la gente que apenas tiene para subsistir.
Dakar tiene más de 2.500.000 habitantes y no es apta para «caminarla». No solo por los peligros a los que se está expuesto como extranjero, sino porque todos los autos se estacionan sobre las veredas, tocando la línea de la edificación y obligando a la gente de circular a pié por las calles y avenidas, con el peligro que eso implica, ya que las lujosas camionetas y los destartalados taxis, ignoran a los peatones.
Hay varios boulevares donde todavía se ven edificios de arquitectura «blanca» de los años 40. No faltan nuevos shoppings y hasta un monumento gigantesco de una pareja de africanos con su hijo/hija, que casi hay que visitar casi en forma obligada, ya que se trata «del renacimiento de la entidad africana».
La isla de Gorée, frente a la costa en la Bahía de Dakar, concentró la administración y el embarque de esclavos de esa zona del África hacia América entre los años 1600 a 1800 aproximadamente. Para llegar a la Isla Gorée, se parte desde el puerto de Dakar. Desde la mañana hasta la noche hay unos seis viajes con horario fijo, para que uno pueda programar su estadía. Lo mas difícil en el embarcadero, es esquivar la insistencia de los guías, que tratan de convencer a los turistas, que ellos son necesarios, hasta para poder desembarcar en Gorée. Nosotros sabíamos de esta situación y los guías terminaron pensando, que nosotros ya habíamos estado en la isla y se dedicaron a acosar a otros visitantes. Luego, en la isla, vimos a cada uno de los guías acompañando a grupos de resignados turistas, que habían viajado en el mismo barco con nosotros.
En la isla hay hospedajes donde se puede pernoctar. La población local se dedica a vender artesanías para los turistas, con exagerada insistencia. La arquitectura colonial es de colores armoniosos y combina bien con la vegetación tropical. Todo está bien preservado y no hay nada actual que interfiera con la imagen del conjunto. El mar es de un color azul fantástico y dan ganas de bañarse en el mar.
La construcción mas representativa es la del recinto donde los esclavos eran confinados, previo a su embarque en los buques-cárcel, con los que eran llevados (en condiciones deplorables) a América. Las otras edificaciones de la isla, pertenecían a edificios administrativos, instalaciones militares, iglesia, hospital para el personal colonial y lugares de almacenamiento de mercaderías. En unas cuatro horas se puede recorrer bien toda la isla a pie. Hace muchísimo calor y no circula allí ningún automóvil.
Salimos para Saint Louis, desde un flamante hotel, ubicado cerca del nuevo aeropuerto de Dakar. El viaje iba a demorar unas cuatro horas y a pesar que el hotel es de una cadena americana, el viaje hubo que negociarlo con el jefe de la mafia local de los taxistas. que tenía absoluto control sobre el transporte. Sus promesas de contar con autos en perfecto estado, fue por supuesto falsa y solo después de varias discusiones, conseguimos un auto razonable, con el que legamos bien a destino.
Saint Louis está declarado como «Patrimonio de la Humanidad» por la UNESCO y las guías de viaje lo recomiendan como una «joya en bruto» para visitar. El emplazamiento del lugar es muy especial y en el mapa se puede ver esa particular forma que tiene la ciudad. La parte continental, está llena de mercados, talleres al aire libre, gente y basura por todas partes. Todo es muy caótico y pobre. Esa parte, está unida por un hermoso puente metálico (de la época de la revolución industrial), a una isla fluvial de 2 km de largo por 0,5 km de ancho, donde está asentada la parte de la ex administración colonial francesa.
En esa isla fluvial, las calles están dispuestas en damero y hay interesantes (y decadentes) edificios coloniales franceses, que forman un compacto conjunto patrimonial. Algunos de esos edificios se están restaurando como albergues y negocios para turistas. La isla fluvial a la vez se conecta con un puente de hormigón a una larga lengûeta de tierra, que hace de borde con el Océano Atlántico. Allí viven en un increíble hacinamiento, los habitantes que se dedican a la pesca, en un ambiente de una degradación absolutamente pavoroso, en medio de una enorme cantidad de basura.
Los aviadores franceses, Jean Mermoz y Antoine de Saint-Exupéry, tuvieron una presencia importante en Saint Louis. De ambos hay recuerdos con fotos de mediados de los años 30, cuando con la «Aerpostale», volaban entre Francia y América del Sur. Saint Louis era escala obligada de la “Aeropostale”, antes del riesgoso cruce del Atlántico Sur. Sus hidroaviones acuatizaban en la llamada «Hydrobase», al sur de la ciudad y los pilotos pernoctaban en el «Hotel de la Poste», que todavía existe, a pasos del puente metálico.